JACINTO 1930

El diseño lumínico del restaurante Jacinto 1930 explora las posibilidades plásticas de la luz, sus contrastes y reflejos como elementos de frontera, que al reordenar el espacio, generan distintos ámbitos propicios para intercambios sensoriales. La composición consta de luminarias dirigidas, platos reflejantes de cobre y luz perimetral, que en conjunto delimitan y unen los ámbitos específicos de las mesas con el patio donde se encuentran el restaurante y la cocina abierta. La iluminación emula la misión de Jacinto 1930: recuperar espacios tradicionales de la gastronomía mexicana con innovaciones capaces de exaltar de maneras insospechadas los sentidos de los comensales.

El proyecto surge de múltiples e intensos diálogos con el arquitecto y el chef: el reto principal fue incorporar y modular el ingrediente lumínico en la experiencia culinaria de Jacinto 1930. Un aspecto fundamental fue la importancia atribuida a los productos locales, por la cual se optó por emplear cobre en platos reflejantes y trabajar con artesanos de la región. Otro fue enaltecer los detalles arquitectónicos de la casona del siglo XIX y su exquisita restauración, así como los materiales –piedra, acero, mosaicos cobrizos y negros, elementos vegetales–, que fueron tomados en consideración en los equilibrios entre los recortes verticales de luz y sus caprichosos reflejos.

El restaurante Jacinto 1930 se ubica en la icónica Casa Cohen de San Miguel de Allende, un recinto histórico que agrupa algunas de las boutiques gourmet, de diseño, y de moda más sofisticadas de la ciudad. El restaurante es una propuesta donde los ingredientes y las preparaciones combinan elementos tradicionales y contemporáneos. Dos sus principales fortalezas son la pasión por el producto local y su experimentación plástica en la presentación. De ahí parte el uso del cobre como material fundamental en el desarrollo de la iluminación y del concepto visual centrado en poner en primer plano el profundo respeto por los procesos milenarios y la innovación que convergen en estos exponentes de la alta cocina mexicana.

La luminaria se compone por cilindros y platos, suspendidos a 160cm del suelo, cuyas estructuras moldeables permiten direccionar la luz para jugar con los reflejos superiores sobre las texturas rugosas de los platos de cobre, resultado de los golpes propinados por los martillos de los artesanos. Este montaje dirige una luz puntual, a través de lis orificios en el centro de los platos, hacia cada una de las mesas. La luz recortada y las proyecciones azarosas sobre ese material reflejante, avivan de maneras versátiles y aleatorias las experiencias gustativas de los comensales

El ir y venir entre las luminarias de cobre se complementa con detalles lumínicos de elementos arquitectónicos o decorativos (arcos, ventanas, enredaderas o la barra de metates en piedra) y una iluminación perimetral lineal general. Así, y en armonía con la propuesta experimental, se cumplen los requisitos funcionales para el trabajo de los encargados de servicio y cocina. Este proyecto luminotécnico tomó como base los elementos del entorno de la cocina tradicional y la posibilidades de emplear la luz como un vehículo que crea espacios íntimos en ámbitos más amplios de convivencia, al tiempo que juega con las tensiones entre la degustación de lo ajeno y lo conocido, así como en el asombro de lo propio y lo novedoso.